EL AULLIDO DEL LOBO

“Sus ojos lanza a todos lados, esperando cuál dará el primer paso. Está acorralado por todos, acosado como un trofeo de caza a batir por aquél que ha de reclamar el premio de quitarle su vida y su dignidad. No tiene escapatoria, detrás tiene la gruesa pared de granito enterrada entre los matorrales. Delante los demás miembros de su manada sedientos de sangre le gruñen mostrándoles sus fauces empapadas en una espesa saliva que les desciende hasta el suelo. Le aúllan, le ladran, le muerden. Se avanzan sobre él como suelen hacerlo sobre el inocente cordero que les servirá de sustento. No tienen compasión de él, al unísono, como obedeciendo órdenes dictadas por una conciencia genética asesina, saltan sobre su lomo, se tiran a sus patas, clavan sus afilados dientes en su cuello buscando desgarrarle la tráquea para que muera desangrado y ahogado. Pero él resiste, él no es como ellos. Él, aguanta la jauría de impíos cobardes que quieren robarle su vida y su dignidad. Soporta los muerdos cobardes que descarnan su lomo, no dobla sus patas ante el insoportable dolor de los mordiscos que seccionan sus dedos. No siente miedo cuando su tráquea es lacerada por los colmillos hediondos de sus verdugos. Con un lance, con una sacudida atroz propiciada por su fuerza logra quitarse a sus bestias de encima. El que estaba sobre su lomo es estrellado sobre la pared de granito con tal virulencia, que fruto del impacto estalla su cabeza contra la roca, desparramando parte de su sesera por el suelo y parte incrustada en la roca. A los que mordían sus patas, son dentellados por la fuerza de su zarpa al caerles en las fauces, saltándoles sus nauseabundas armas. Al que comía su gaznate, entre un gruñido de rabia y ansiedad, consigue partirle a su vez su garganta de una dentellada. Se ahoga en su propia sangre negra caliente, mientras se le va la vida. Él, impone su respeto y su ley. Mira con rabia, inyecta su mirada en venganza. Enseña sus fauces y muestra sus colmillos envenenados en arrebato. A todos mantiene a raya, a todos a distancia. Él, no es como ellos, aunque sangre y la vida pueda escapársele, morirá luchando; con honor, con dignidad y con nobleza. Alza su mirada a la bella Luna que le otorgó su fuerza para lanzar un aullido que jamás antes se escuchó. Estruendo de coraje, explosión de cólera, llama encendida de un honor como nunca se vio en la pradera.

”EL AULLIDO DEL LOBO SE ESCUCHÓ UNA VEZ MÁS”.

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