En 1941, los padres de Misha Defonseca fueron deportados por los nazis.
Los primeros meses estuvo escondida en casas de familias, pero después
huyó al bosque. Con sólo 7 años, Misha aprendió a comer animales crudos y
a robar en los cultivos para sobrevivir. En cuatro largos años, los
únicos que le mostraron su bondad fueron los lobos, que la aceptaron
como un miembro más de la manada. Basada en el libro homónimo, la
directora francesa Véra Belmont logra un dramático retrato en el que las
fieras son los seres más nobles.
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